Carta
de un Docente
Soy docente, pero también soy un ser humano, por
lo tanto, tengo defectos, sólo que como docente debo cuidar lo que hago, lo que
digo, como me comporto, con quien ando, en fin, soy ejemplo. Educar es mi
misión, porque así lo decidí, nadie me obligó a tomar este camino. Comparto estas
líneas para que sirvan de reflexión en el cotidiano quehacer de un docente. En mi
vida siempre he tenido muy claro que Dios siempre ha estado a mi lado y como
dice el refrán “Dios no resta, Dios siempre suma”. Pero soy yo como docente,
como ejemplo, como imagen ante mis estudiantes y la comunidad quien debo
siempre buscar sumar a mi favor, en vez de restar, siempre cuidar mi imagen
para que nadie quiera hacer leña del árbol caído. Como educador debo tener esto
siempre muy presente. Como educador debo ser capaz de integrar, de generar
confianza, de dar importancia a las aptitudes particulares de mis colegas, de
mis estudiantes, de mi familia y las familias de la comunidad. Esto me convertirá
en un fuerte pilar, en un ser capaz de crear y desarrollar cualquier proyecto
que me plantee. Como docente debo ser capaz de arrastrar a quienes les cuesta
integrarse al proyecto de vida que implica ser educador y compartir mi vida y
mi tiempo con la gente a la que voy a formar. Si tengo esto como convicción, nada,
ni nadie podrá alejarme de mi camino. Dios es Grande y Maravilloso y Él nunca
me dará la espalda siempre que busque su guía y socorro. Por lo tanto, ser
agradecido con Dios y con la vida es la actitud más importante que debo observar en mi
diario trajinar. Gracias, Mil gracias por tomarse un poquito de su tiempo para
leer este mensaje.
Joel Paz
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