miércoles, 25 de noviembre de 2015

Carta de un Venezolano arrepentido




Carta de un Venezolano

Hola Alguien,

No sabíamos lo que podría llegar a ser, pero un día llegaste a nuestras vidas, nos volvimos incapaces de  comprender. La hermosura de tu verbo y la sinceridad de tu mirada, nos cautivó a tal grado. No habían palabras para expresar lo que tu presencia a nuestro ser provocaba, nuestro corazón se cegó de alegría. No supiste ver en nuestras almas, no supiste entender que nuestro amor por ti se fundiría como en una sola vida, tu dirección era nuestro camino, un mismo cielo, un solo aire. Las espinas que en el pasado nuestras existencias habían torturado, atrás habían quedado, solo en el mar de tu doctrina navegar queríamos.
Qué golpe tan duro y que revés diste a nuestras vidas. Triste y absurda quimera fue tu legado, una gran mentira tejiste como laboriosa araña, que envuelve a sus víctimas para después absorberles la vida. Eras alguien que inspiraba mirar las cosas desde otro ángulo, pero en el fondo tu propuesta fue destruir todo a tu paso, mano ácida la tuya que destruyó todo lo que por ti fue tocado, ahora es tu legatario quien continua tu devastador trabajo, vergüenza sentimos cada vez que de su boca brota algún comentario. Como me gustaría sentir que vivo y no que sobrevivo, pues ese es nuestro continuo diario. El respeto y el amor huyeron del corazón del ciudadano.
Quiero confesar, quiero que la gente sepa que nuestro amor y entrega fue en vano, que nada valió todo el esfuerzo por todo el amor dado. Que necio hemos sido, por vivir siempre esperanzados, cuando en realidad tú eres el autor primario de este caos en el que hoy naufragamos, en las llamas del infierno ardes como el peor villano.
Que difícil será explicar a nuestros hijos el error que cometimos, porque es de magnas proporciones el desastre de nación que a ellos hemos heredado.  No sabes el sufrimientos que a muchos padres has causado, pues han visto como sus queridos hijo de este mundo de mal modo se han marchado, desorden, caos, desidia, miedo, desabastecimiento, corrupción y un inmenso descaro, es lo que más sobresale de quienes fueron tus educandos, bien formados en tu doctrina, sus garras hoy han mostrado. Llaman monstruo y persiguen  al indefenso que solo su voz ha levantado. 
En sus torcidas conciencias solo la ambición del poder habita, como serpientes esperan su presa para clavar su ponzoña. Queremos huir pero no podemos, pues nuestra libertad nos ha cercado. Y como estocada final nuestras vidas hasta el fondo han devaluado. Perdónanos Dios, que tu misericordia sea verdaderamente grande, como en la doctrina nuestro padres nos enseñaron, porque no hay balanza  que pesar pueda el peso de nuestro pecado. 
Anónimo

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