Carta
de un Venezolano
Hola
Alguien,
No
sabíamos lo que podría llegar a ser, pero un día llegaste a nuestras vidas, nos
volvimos incapaces de comprender. La
hermosura de tu verbo y la sinceridad de tu mirada, nos cautivó a tal grado. No
habían palabras para expresar lo que tu presencia a nuestro ser provocaba,
nuestro corazón se cegó de alegría. No supiste ver en nuestras almas, no
supiste entender que nuestro amor por ti se fundiría como en una sola vida, tu
dirección era nuestro camino, un mismo cielo, un solo aire. Las espinas que en
el pasado nuestras existencias habían torturado, atrás habían quedado, solo en
el mar de tu doctrina navegar queríamos.
Qué
golpe tan duro y que revés diste a nuestras vidas. Triste y absurda quimera fue
tu legado, una gran mentira tejiste como laboriosa araña, que envuelve a sus
víctimas para después absorberles la vida. Eras
alguien que inspiraba mirar las cosas desde otro ángulo, pero en el fondo tu
propuesta fue destruir todo a tu paso, mano ácida la tuya que destruyó todo lo
que por ti fue tocado, ahora es tu legatario quien continua tu devastador
trabajo, vergüenza sentimos cada vez que de su boca brota algún comentario.
Como me gustaría sentir que vivo y no que sobrevivo, pues ese es nuestro
continuo diario. El respeto y el amor huyeron del corazón del ciudadano.
Quiero
confesar, quiero que la gente sepa que nuestro amor y entrega fue en vano, que
nada valió todo el esfuerzo por todo el amor dado. Que necio hemos sido, por
vivir siempre esperanzados, cuando en realidad tú eres el autor primario de
este caos en el que hoy naufragamos, en las llamas del infierno ardes como el
peor villano.
Que
difícil será explicar a nuestros hijos el error que cometimos, porque es de
magnas proporciones el desastre de nación que a ellos hemos heredado. No sabes el sufrimientos que a muchos padres
has causado, pues han visto como sus queridos hijo de este mundo de mal modo se
han marchado, desorden, caos, desidia, miedo, desabastecimiento, corrupción y
un inmenso descaro, es lo que más sobresale de quienes fueron tus educandos,
bien formados en tu doctrina, sus garras hoy han mostrado. Llaman monstruo y
persiguen al indefenso que solo su voz
ha levantado.
En sus torcidas conciencias solo la ambición del poder habita,
como serpientes esperan su presa para clavar su ponzoña. Queremos huir pero no
podemos, pues nuestra libertad nos ha cercado. Y como estocada final nuestras
vidas hasta el fondo han devaluado. Perdónanos
Dios, que tu misericordia sea verdaderamente grande, como en la doctrina
nuestro padres nos enseñaron, porque no hay balanza que pesar pueda el peso de nuestro pecado.
Anónimo
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