El País.com/internacional informó hoy 07 de diciembre
de 2015 que Venezuela inicia una nueva era. El país
ha decidido dar la espalda al chavismo el día en que se cumplían 17 años de la
primera victoria de Hugo Chávez. La oposición venezolana superó todas las
adversidades posibles y ha vencido las elecciones parlamentarias. La Mesa de la
Unidad Democrática (MUD) tendrá el control de la Asamblea Nacional. La
oposición, citando el segundo boletín oficial del Consejo Nacional Electoral,
ha informado de que ha obtenido 112 diputados, por 51 del Partido Socialista
Unido de Venezuela (PSUV). Quedan por adjudicar cuatro escaños, pendientes de
que se cierre el escrutinio definitivo en algunos lugares. Este resultado
—del que también informa Venevisión— 112 otorgaría a la MUD mayoría suficiente
para designar o remover autoridades, como los magistrados del Supremo, o
promulgar leyes orgánicas. No hay ninguna confirmación oficial de este
resultado.
El triunfo supone
un varapalo monumental a la figura y a la
gestión del presidente, Nicolás Maduro, toda vez que las elecciones se habían
convertido en una suerte de plebiscito. La crisis económica, la inseguridad o
la persecución a los dirigentes opositores han sido motivos suficientes para
que la sociedad haya dicho basta y optado por un cambio en el mapa político del
país. El mandatario reconoció los "adversos resultados" y culpó de la
derrota a la "guerra económica". Además, aseguró, en tono desafiante,
que había ganado "una contrarrevolución". La derrota del oficialismo
conlleva un golpe político para la revolución bolivariana y el socialismo del
siglo XXI, que hace dos semanas sufría un primer revés, después de la victoria
de Mauricio Macri ante Daniel Scioli en las presidenciales de Argentina.
Pese a que en los últimos días los sondeos
auguraban una diferencia ajustada, con una participación del 74,25%, los
resultados evidencian la brecha existente entre la oposición y el oficialismo,
que conserva la presidencia y mantiene el control sobre todo los poderes del
Estado.
La tardanza en conocerse los resultados no pudo
evitar que, mientras llegaba el anuncio oficial del Consejo Nacional Electoral,
los principales líderes opositores celebraran unos resultados que ya
consideraban irreversibles. Era el caso de Lilian Tintori,
esposa del preso político Leopoldo López, encarcelado desde hace casi dos años
y condenado a más de 13, que rebosaba felicidad. Una de las primeras medidas
que prometió adoptar la oposición si ganaba los comicios era aprobar una ley de
amnistía para los presos políticos.
La victoria es
también un brindis a la unidad. Por primera vez, todas las formaciones opositoras
confluyeron bajo un mismo paraguas, el de la Mesa de la Unidad Democrática
(MUD), un crisol de partidos políticos que van desde el centro izquierda hasta
la derecha más conservadora y que ha conseguido sobreponerse a los amedrentamientos y las trabas que, durante
años, le ha impuesto el oficialismo.
El cierre tardío
de los colegios empañó una jornada que había transcurrido con tranquilidad y
provocó las críticas unánimes de la oposición. Pese a que el sistema electoral
estaba concebido para favorecer al chavismo por diversas medidas que se han
tomado durante años, el oficialismo puso toda la maquinaria a funcionar en torno a mediodía. Maduro llamó a la “ofensiva
popular” para que nadie se quedara en casa. El chavismo intensificó la presión
sobre su electorado cuando quedaban dos horas para el cierre de las urnas, a
las seis de la tarde. Tantos los mensajes de los líderes como los que se
emitían incesantemente por televisión dejaban entender que los colegios
seguirían abiertos pasada la hora prevista, algo que confirmó el Consejo
Nacional Electoral al prolongar el cierre al menos una hora. La ley permite que
permanezcan abiertos mientras haya gente por votar. Lo que hizo el chavismo fue
movilizar a la gente.
La situación no
era nueva. Hace tres años, en las últimas elecciones a las que se presentó el
fallecido líder bolivariano, se estima que Chávez logró 800.000 votos en horas
de la tarde que terminaron por ser decisivas en la victoria final. Una
situación similar se produjo meses después, cuando el opositor Henrique
Capriles, que partía con una amplia ventaja, terminó derrotado de nuevo, esta
vez por Nicolás Maduro. Gracias la denominada Operación Remolque consiguió
arañar cerca de medio millón de votos.
Por primera vez en
17 años las encuestas, que auguraban una victoria contundente para la
oposición, se cumplieron. Para tratar de evitarlo Maduro fue intensificando su
discurso, hasta el punto de llegar a decir que tendrían que ganar “como sea”.
No obstante, el presidente se mostró especialmente conciliador la noche previa
a las elecciones; aseguró que sus declaraciones se habían malinterpretado e
insistió en que reconocería los resultados, fuesen los que fuesen. De alguna
forma, ponía la piedra sobre el tejado de la oposición en caso de que no
consiguiesen una victoria que daban por segura. Y que ha consumado el comienzo
de una nueva época en Venezuela.
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