Venezuela siempre ha
sido un país de contrastes, geográficamente hablando, pero hoy día, se ha
convertido en un país incontrastable, un país gravemente enfermo, tocado por el
agresivo virus de una corrupción corrosiva, que lo ha llevado no solo a tocar
fondo, sino a sobrepasar ese mismo límite que ya eso es mucho decir. Son muchos
los que tienen la voluntad de bregar y restearse por un cambio en contra de
aquellos que han basado su forma de hacer política en la compra de conciencias,
dejando muy en claro cuáles son sus valores y principios, es decir, valores y principios
inexistentes para ellos. Se aprovechan de la ignorancia del pueblo menos
privilegiado para hacerlos presas de sus actitudes manipuladoras, vendiéndoles una
bolsa de comida o sobornándolos con amenazas de perder sus trabajos o quitarles
las casas que les han cedido, pero que al final siguen siendo suyas, puesto que
ni un título de propiedad les han facilitado.
Pueblo ya despójate de
esas gríngolas que sólo te permiten ver lo que ellos quieren que veas, nunca te
permiten ver a los lados para que con tu propio ojo palpes la triste realidad
en la que vivimos todos los venezolanos tanto los de aquí como los de allá. Buscar
cambiar esta condición es lo que debemos hacer, participes convencidos de
procurar un cambio, si no radical, por lo menos que sea el principio, pues la
crisis en la que nos han sumergido es demasiado profunda y grave. Lo que sí es
cierto y no nos debe quedar duda de eso, es que al menos, habremos despertado
de esta alucinación que ya se ha prolongado demasiado, comencemos la escalada
hacia el cambio, trabajemos por esa libertad que nos han coartado, ya basta de
sentir esa sensación de desesperación que nos oprime el pecho y nos hace sentir
desamparados. Vamos por el país que queremos y nos merecemos.
“El triunfo se toma con humildad, la
derrota se toma con resignación”
Joel
Paz
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