jueves, 24 de diciembre de 2015

Los Viejos amantes




Los viejos amantes

Puedo decirte que a estas alturas de mi vida, me doy cuenta cuánta razón siempre tuviste, al final de la jornada de la vida, la certeza de tu razonamiento cuando esa noche en aquella primavera, que hoy parece tan lejana, mientras la lluvia copiosa nublaba nuestra vista, en ese entonces fui incapaz de decirte, es cierto lo que dices. Pero ¿Sabes qué? Siempre fuiste tan sensata y tan certera que hoy, me alegro por aún tenerte a mi lado. Si, tuviste la razón, sin embargo, tu amor por mí fue más poderoso que la conciencia de saber que no tenía la razón.
En mi memoria está presente lo que casi entre murmullos, como queriendo disimular lo que querías decir. Qué mis oídos alcanzaron a escuchar. Pues no, quiero decirte que, tu voz sonaba en mis oídos como armonía deliciosa que deleita el corazón en compañía de la lluvia, que aunque nos empapaba la ropa, haciendo que el frío se nos calara hasta los huesos. No me sentía ni menos, ni desamparado, porque tu presencia me proporcionaba el tibio calor que mi alma necesitaba para vencer el impasible frío de la indiferencia. Claramente hoy que ya han pasado más de veinte años, comprendo que quien se encontraba errado no era otro si no yo, no te fuiste, no huiste, quedándote a mi lado.
Aun cuando parezca que pensar y recordar es tarea fácil. Esa noche no hablamos, ni nos miramos, ni te dije tienes la razón, ni siquiera hubo un te amo. Solo un silencio que hasta aburrido era, con una indiferencia que podría llamarse cobarde. Desde aquel entonces hasta hoy muchas lunas han pasado, muchos soles han brillado, muchas lluvias nos han mojado. No pretendo justificarme, ni tampoco conformarme. Ya cuando los años han dejado huellas en nuestras almas juntos, no me atrevo ni a pensar que sería de nosotros si el hilo que nos ha unido se rompiese, que pasaría si, el carrusel de la vida se detuviese sin haber llegado al final del camino. Me siento cobarde de solo pensarlo y un temblor estremece mi ser. Entonces me doy cuenta cuan sería grave si esto sucediera. Pero que grato es darme cuenta que nada de eso ha pasado.
La ruleta gira para detenerse en el punto que deba, sin preocupación alguna vuelvo mi mirada atrás, y me doy cuenta que nunca hemos dejado de vernos, ni de soñar, ni de reír, ni de querernos, todavía necesitamos tomarnos de la mano mientras el sueño nos vence y entregamos nuestras vida en su regazo. Tengo que ser sincero. No sabría qué hacer, no es que ande buscando respuesta alguna, simplemente, digo lo que digo, pues así lo siento, porque me siento valiente con el coraje que me ha dado el tiempo.

Que hermoso es recordar, como los amantes viejos, cada año que hemos vivido nos da la respuesta a cualquier pregunta. Nunca hemos dejado que el olvido haga su nido en el nuestro, jamás el podrá borrar cada instante, ni cada momento que en nuestro largo recorrido hemos andado el uno al lado del otro. Entre las cosas bellas de toda una vida vivida, es que ya no existen secretos. No existe un yo, sino un nosotros. Ha valido la pena todos los altos y bajos, que errado está quien dice que con los años el amor le da paso a la costumbre, quien así asume la vida, nunca ha vivido lo lindo que es ver llover juntos, mirar el atardecer, ver en la rutina un detalle que la haga diferente cada día, no conformarse con un allí hay alguien a mi lado. Si no aquí a mi lado está el ser que en esta vida más he amado.

Joel Paz

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