sábado, 31 de octubre de 2015

Novela Más allá del Arcoiris


Más allá del Arcoiris



Esta novela narra la historia de un joven que a pesar de su condición de huérfano, supo luchar en la vida para alcanzar sus sueños, y saber que podía encontrar más allá del arcoiris. 



DEDICATORIA
Al tesoro más valioso
que como ser humano
sobre este planeta
ostento poseer;
mi madre
Eva Angelina


AGRADECIMIENTO
A Dios que me da vida
a la vida que me da oportunidad
a mi madre que me ama
a mi hijo que es mi orgullo
 a mi esposa que me sabe tolerar


 Sumario

                                                       
Capitulo I –Dando un vistazo al pasado                    4
Capitulo  II -Camino  a  la libertad                           11
Capitulo III -Una nueva Vida                                    21                
Capitulo IV –Memorias del pasado                           30
Capitulo V – Una decisión oportuna                         33
Capitulo VI – El momento de la verdad              40             Capitulo  VII – Hora de planificar                             45       
Capitulo VIII – Alberto y Claudio                             52
Capítulo IX – El regreso de Claudio                          65
Capítulo  X – Un encuentro fortuito                          7
Capitulo   XI- Descubriendo sus sueños                   79    
Capitulo   XII – Aceptas o no aceptas                            82
Capitulo XIII  - Una decisión difícil                           88           


Capítulo I

  
Dando un Vistazo al Pasado

  
Ya han trascurrido muchos años desde el momento que comencé a vivir la aventura que me llevaría a convertirme en el hombre que soy hoy. Esa tarde, tenía planificado ir a casa de mi madre con la fija intención de indagar un poco sobre su vida antes y después de mi aparición, yo conocía parte de ella pero ahora mi interés era hacer un recuento narrado de todos los aspectos que envolvían a la gente que se había convertido en mi familia y que representaban mi mundo actual. Eran  las cuatro  de la tarde, me levanté de la cama después de haber tomado un descanso merecido, pues me encontraba en mis vacaciones de navidad. Ya era todo un profesional, casado y padre de un hermoso niño, me sentía muy satisfecho de todo cuanto había logrado hasta el momento. Me dirigí al baño para comenzar mi arreglo,  cuando terminé, tomé un cuaderno de notas, un lápiz y me despedí de mi esposa Catherine y mi hijo Daniel y me lancé  en busca de la  información que necesitaba para llevar  a cabo la tarea  planteada.  Al llegar a casa de mi madre, le expliqué  cual era el motivo real de mi visita y ella gustosamente accedió  a  responder mis preguntas. Así  transcurrieron varias horas en una amena y  nostálgica conversación…

Corría el mes de agosto de 1968, Rosa María Méndez se encontraba  en los últimos días  para parir  a quien sería su único hijo biológico, se había mudado recientemente a su propia vivienda, una  casita compuesta solo por  una sala, una habitación y una pieza  trasera que servía de cocina y comedor; afuera había un baño improvisado  con láminas de zinc, eso era lo de menos, era su casa y  era lo que realmente importaba,  ya que venía de haber vivido  arrimada en casa de su suegra y como  reza el dicho la visita al tercer día hiede. Amanecía el día  dieciséis  del mes  y un malestar para ella  reconocible, porque lo había visto en otras mujeres de su familia que ya habían parido, la estaba  aquejando. Por su mente cruzó un pensamiento, llegó el momento,  así se lo hizo saber a su esposo  Ricardo José Molero, quien  inmediatamente se dispuso a ir en busca de la comadrona, quien sería  la persona que asistiría  a Rosa María en sus labores de parto, pues para la  época  no era del todo fácil  llegarse  hasta la ciudad de Maracaibo para  asistir a un centro de atención médica y ser atendida, además, por otra parte, también Ricardo José fue a darle aviso  a  Estela Sandrea, la madre de Rosa  sobre el acontecimiento que estaba por suceder. Ella  acudió a casa de su hija con premura, pues  Rosa siempre había sido una hija obediente  y colaboradora.  En el transcurrir del día  se fueron preparando todas las cosas que la situación ameritaba, sin embargo, para Rosa, aun cuando siempre se  comportaba como una mujer fuerte y firme, se le podía notar en el rostro  una mezcla de dolor, malestar y nerviosismo.
Eran ya las doce del medio día cuando comenzó Rosa María a sentir contracciones que le indicaban que ya  nacería su hijo. Cada vez eran más  seguidas y dolorosas, todo el mundo se dispuso  a  recibir el neonato, otra persona quien también se apersonó  en casa de  la familia Molero Méndez fue Ángela, la madre de Ricardo José. Ella por decirlo bien, era una de las pocas personas que trataron bien a Rosa durante su convivencia en su casa, pues no era de ella de quien  recibía  malos tratos, ni desprecios, ya  que Ángela, o como  todos sus nietos la llamaban magenca  era de palabra y hecho una persona muy cariñosa y  creyente.
Era la una de la tarde cuando finalmente, con el esfuerzo de Rosa María, la ayuda de la comadrona y de todas las mujeres mayores de la familia, nació  un niño varón fuerte y sano. Fue un acontecimiento algo especial, puesto que era el primogénito, además nacía en casa propia, ya que se habían mudado solo hacía unos pocos meses atrás. Una vez terminado todo el trabajo de parto, procedieron a lavar al bebé y limpiar a su madre para que pudiera finalmente descansar de tan ardua y loable labor, traer un ser  humano al mundo. Después habría tiempo para todas cosas que quedaban por hacer, era el primer día  de existencia en esta tierra de aquel ser a quien aun no le habían escogido un nombre. Por su parte,  las  respectivas abuelas salieron a dar la noticia  al resto de la familia, que Rosa, o como cariñosamente  todos la llamaban Rosi,  ya  había dado a luz a un varón. Ricardo José quien siempre se había mostrado como un  esposo amoroso y preocupado por su esposa, no  podía esconder la emoción que sentía  por su recién nacido hijo. En su mente  revoloteaban ideas sobre cual nombre le pondrían, pero sabía que debía esperar que Rosi estuviera en condiciones de  participar en esto, pues ambos acordaron compartir esto de escoger el nombre  que llevarían sus hijos, porque además  solían ser una pareja muy unida, tanto para el trabajo como para la familia, cosa que unos cuantos años más adelante, daría un vuelco inesperado y  extraño para muchos, quienes los habían conocido por años.
Ricardo José y Rosa María, conformaban un matrimonio joven pues cuando se casaron ella contaba con dieciocho años  y él con veintiuno,  a los once meses de matrimonio nació su primer hijo, que ellos sin saberlo sería también el único. Como matrimonio  eran  muy unidos, tanto que trabajaban juntos en su  pequeña empresa, una fábrica de cotizas guaireñas, contando para ese entonces con dos empleados, Fernando y Cheo. Además de ellos dos, Ricardo José cortaba las plantillas de caucho y  suela  y Rosa cosía  las trabillas y capelladas con las que se armaban las respetivas cotizas; parecía un negocio próspero, puesto que ya le había permitido a Ricardo José adquirir una camioneta F-100, de color azul celeste.
Al  día siguiente  del parto, temprano  por la mañana, Rosa ya recuperándose, solo un poco adolorida, le pidió a Ricardo José  que la ayude a sentarse en la cama.
    —Bueno, mi viejo —dijo.
Así le decía cariñosamente a su esposo, quien la llamaba mi vieja, al momento de hablarle.
—Creo que  tenemos que pensar  en el nombre —continuó ella.
 —¿Qué te parece  si lo llamamos como el jugador extranjero que  salió en el periódico, el mes pasado —propuso   ella.
     —¿Cómo era? —preguntó él
     Claudio —respondió ella.
 —Fíjate que  hasta  bonito es el nombre, y como segundo nombre le ponemos  Rafael —comentó Ricardo José  aceptando la propuesta de Rosa María.
 Ella  con la cabeza dio un sí.

        Entonces así quedó acordado entre  ambos padres que su recién nacido hijo llevaría  por nombre  Claudio Rafael.

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