viernes, 17 de marzo de 2017

Poema Constancia de una vida

              


  I

El recuerdo como un susurro
Resuena en mi memoria
Como el cantico glorioso
De la matinal golondrina.

Se oye  allá en la orilla
Al pescador que entreteje
Sus redes y sus anzuelos
Para a la mar en faena embarcarse.

La arena llena de sus historias
Historias de vida sudor y lagrimas
Canta hombre tu canto
Pescador que sueñas cantando.

Que el mundo sepa,
De tu playa y de tu canto,
Que de tu garganta resuelle
Como resuella melodiosa tu alma.
  
   II

Constancia de una vida
En el devenir de la existencia
Ser feliz porque feliz es tu nombre
Como la playa es feliz en la arena.

Respira el pescador el salado aire
La felicidad cuando su rodilla
Conforme inca en la tierra
Por solo respirar aquel salino aliento.

Parece el pescador como si tocara
El aterciopelado azul del cielo
Es como si tocara la tersa de su amada
Trayendo frescura a su sosegada vida.

Aire, tierra, sol y agua
Mar que su sustento lleva,
Con todos o sin todos
Tiene el amor por su tierra.

Nada pasa y pasa todo
Estas en todas partes
Y no te encuentras en ninguna
Andas escribiendo tu vida en la arena.

III

Vives de lo que vives
Y nadie quitártelo puede
Sueñas con lo que sueñas
Sin molestar a nadie.

Desde los primeros años
Los caminos del mar recorres
Porque esos fueron los caminos
Que recorrieron tus padres.

 Orgullo de tu pasado
Alegría de tu presente
Ríes cuando llorar debes
Lloras cuando reír quieres.

Pescador de sueños
De ilusiones marinero,
Aunque por los cuatro costados
Siempre tu corazón está abierto.

Que le vas a hacer
Si feliz así mismo eres
Das fe y eso nunca miente
Arriba el cielo, abajo el mar y tierra.

    IV

Como un árbol riguroso
Ejemplar hombre eso eres
Constancia de vida
 Con tenacidad implacable te yergues.

Cuentan que en un pequeño pueblo
Un pescador al cielo rogó piedad
Para que la divina gracia
Su suelo nunca dejara.

Anda lejos hombre de pueblo
Que sin ser errante caminas
Como pájaro que libre
Por el firmamento vuela.

De aquel lúcido recuerdo
De la brisa fresca de aquel enero
Reflejadas en la arena que el mar bañaba
Sin tregua se desbordan tus bríos.

Bendecido fue ese pueblo
Por la gracia de aquel pescador
Quien desde sus primeros años
De la pesquería hizo su amor.


Joel Alberto Paz

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