miércoles, 27 de abril de 2016

Novela "Más allá del Arcoíris" Capitulo III por Joel Alberto Paz

Capítulo III

 Una  nueva  vida

Eran las seis de la mañana, y comenzaba a despuntar el alba, cuando alguien llamó a la puerta de la habitación de Alberto; era doña Rosa quien lo estaba levantando para ir al colegio.
Levántate Alberto o se te hará tarde para llegar a la escuela, vamos muchacho que por un minuto de retraso, te demorarás más en alcanzar tus metas.
     Alberto estaba cursando ya el último año de la escuela, es decir, listo para pasar a la universidad, claro está esto lo pudo lograr por haber hecho el doble de esfuerzo requerido para cubrir el tiempo perdido. Ya habían transcurrido seis años desde el día en el que por gracia de no se sabe quien, pudo escapar de aquel lugar de sufrimiento. Contaba con dieciocho años, estos habían sido los mejores seis años de toda su vida, sobre todo por haberlos pasado al lado de aquella mujer tan  maravillosa que solo sabía dar sin esperar más que lo que quisieran darle, y si sólo tenían amor y cariño para ofrecerle, pues no le hacía falta  nada más.
     Alberto se levantó y se asomó a la puerta, después de un gran bostezo dio los buenos días y le estampó un beso a su madre en la mejilla, gesto al que ella ya estaba acostumbrada y que al suceder cada mañana, lo disfrutaba sin medida.
¿Qué hay para hoy, mi preciosa? preguntó.
Te he preparado algo que te gusta mucho, panquecas (hotcakes) con queso derretido y mantequilla respondió la señora. A Rosa le gustaba consentir a su joven hijo pues él se había convertido en su razón de ser y quien le daba fuerzas para continuar esperando el regreso de su hijo Claudio.
—¡Bravo, qué maravilloso es tener una madre así! exclamó él.
   Sin darse cuenta y sin ánimo de hacer sentir mal a la señora Rosa, Alberto dijo esto. Sin embargo, pudo ver en sus ojos un dejo de tristeza, aún cuando también estas palabras le causaban alegría.
    Alberto entendía muy bien la razón de esa tristeza, que no era otra sino la causada por aquel hijo ingrato a quien no le  había importado abandonar a su madre sin ningún miramiento. Inmediatamente, para salir al paso, le dijo mientras la abrazaba:
No te preocupes querida madre, mi corazón me dice que algún día Claudio volverá arrepentido de su mala vida y regresará a ti para hacerte muy feliz,  y  entonces seremos una gran familia de tres, verás dijo Alberto.
     Rosa sonrió ampliamente al ver como su Alberto trataba de animarla y hacerla sentir bien a pesar del dolor de su corazón de madre que sufría por no saber del paradero de su hijo en años.
Eso  espero replicó  la  señora  Rosa.
Bueno apúrate a vestirte y ven a desayunar que se te hace tarde. Vamos, vamos lo apresuró Rosa.
   Mientras Rosa se alejaba de la puerta para dirigirse de nuevo a la cocina, Alberto entró al baño, se duchó, se arregló y fue al comedor donde lo esperaba Doña Rosa con su desayuno ya listo.
   Al sentarse en la mesa frente a su desayuno, de repente lo asaltaron unos recuerdos de su infancia, era el hecho que él había prometido ayudar a sus  amigos Cesar, Carlos, Ángel, Miguel, Leonardo, Antonio y Mariana a quienes había dejado en el orfanato, pero el hecho encontrarse con Ramona le crispaba los nervios, Alberto nunca le había contado a su nueva madre lo relacionado con su triste infancia y el orfanato San Pedro de la Caridad.
   Doña Rosa, quién ya podía decir con certeza que conocía a su hijo Alberto, le preguntó:
Dime hijo, estás pensando en tu pasado, ¿cierto?, ¿o es en tu novia Catherine en quien piensas?
    Catherine era una amiga del colegio quien con el paso de los años estableció algo más que una simple relación de compañeros de estudios con Alberto.
Si, en ambas cosas respondió él.
Bien Alberto nunca he querido presionarte para que me hables de ello, pero pienso que a estas alturas, ya es hora que me hables de ese pasado que te agobia y te quita la tranquilidad ¿Qué tan malo puede haber sido? De repente puedo ayudarte en algo dijo señora Rosa.
Tienes razón, madre, esta noche cuando regresemos del mercado te hablaré sobre eso con lujo de detalles, y así compartiré contigo mis angustias y temores, también repuso Alberto.
Bien creo que es hora de que te vayas al colegio y yo al mercado, te espero allá una vez termines en la escuela, no te distraigas, por favor, que te  necesito, de veras.
Si madre, cuenta con eso, y lo prometido es deuda.
   A Doña Rosa se le podía ver el orgullo que sentía por su hijo Alberto, a quién sin ni siquiera haberlo parido, le proporcionaba más satisfacciones que su propio hijo, de quien como ya se sabe, tenía años  sin saber de su paradero.
   Después de unos minutos ambos salieron juntos de la humilde casa cada quien a su destino, pero conectados siempre por un amor filial tan bonito, casi natural que había nacido entre ellos.
   Ya en la escuela Alberto se encontró con su buen amigo Marcos, quien era su mejor amigo de la escuela con quien compartía todos los buenos momentos por los cuales se pasa en la vida de la escuela.  Luego fue en busca de  Catherine, su novia, para saludarla, cosa que hacía todos los días, sin excepción, después se dirigió a la oficina del director, con quien había entablado una gran amistad, pues a pesar de ser un niño abandonado, Alberto había sido capaz de superarse  académicamente de una manera vertiginosa, hasta tal punto que era el más sobresaliente de su grupo, y muy a pesar de eso era un chico sencillo. Por tal motivo era muy querido por la mayoría de sus compañeros de clase, esta era una muy buena razón para que el director Álvarez lo apreciara, sin embargo, no podía faltar alguien para quien Alberto, con razón o sin razón, no fuese santo de su  devoción, como era  el caso de Alfonso, un joven envidioso, mal hablado, con la mala costumbre de andar siempre poniendo o pretender poner a Alberto en malas ante quien le prestara un poco de atención a sus bobadas. Claro al fin de cuentas, todos  sabían que eso era simplemente una treta de Alfonso y terminaban no dándole mayor importancia al asunto, sin embargo para este joven, la vida no tenía ningún sentido sino estaba inventando algún ardid nuevo en contra de Alberto. Pero esto era  algo que no le preocupaba mucho a Alberto, allí comenzaba y allí moría. Por lo tanto y a pesar de eso era feliz dentro de su grupo de amigos en el colegio.
Buenosdías director Álvarez, ¿Cómo amaneció hoy?preguntó  Alberto.
Pues muy bien, gracias y ¿tú? replicó el director.
Listo para comenzar otro día de batalla  buscando conquistar el mundo respondió Alberto.
Esta manera de saludar que tenía Alberto le causaba mucha gracia al director, quien siempre  respondía diciendo los hombres que piensan así, llegan muy lejos.
Bien muchacho ¿Qué te trae por aquí?  Preguntó el director sabiendo que si no era una  consulta  sobre  algo, era un favor, lo que Alberto  le iría a pedir.
Sin muchos rodeos, ¿qué oportunidad de  cursar estudios tendría alguien que tan solo le han  permitido estudiar los primeros años de escuela, aunque ya sea un adulto?
Bueno contestó el director—, oportunidad de estudiar la tendría cualquiera que quisiera hacerlo, solo es cuestión de decidirse a comenzar, lo demás es puro interés y constancia. Ahora dime Alberto, ¿A qué se debe tu inquietud?
     En ese momento Alberto se sintió como invadido en su secreto mejor guardado, puesto  que, ni a su novia y aún a su buen amigo el director  Álvarez, jamás se había atrevido a narrarle su  historia, aunque estas averiguaciones las hacía pensando en las posibilidades de educarse que pudiesen tener sus amigos del orfanato, en  caso tal que él finalmente tuviera la oportunidad de ayudarlos.
Bueno  respondió como queriendo  cambiar el tema—. De eso le podré hablar más  adelante, pero ahora lo único que deseaba saber es  lo que ya me ha respondido, debo irme, ahora, después hablamos, gracias y adiós.
   Así salió Alberto de la oficina del director  dejándolo desconcertado y preguntándose cuan  misterioso había sido siempre  Alberto con  respecto a su pasado, pero si no quería hablar de ello, ni modo. Que lo hiciera cuando mejor le pareciera, pensó el director.
   Una vez  en  el  pasillo  Alberto  procedió  a  dirigirse  a  su  aula  de  clase, sin embargo, se  le  veía ensimismado  en  sus  pensamientos ¿Qué  estaría  pensando  aquella  inquieta  cabeza? Seguramente  estaba  ideando  alguna  manera  de  ayudar  a  sus  amigos  del  orfanato  a  quienes  había  prometido  darles una mano  y  ahora, seis  años  después  aún  no  había  hecho  nada  y  eso  de  alguna  u  otra  forma  lo  atormentaba,  pues  ya  él  había  logrado  superar  muchas  cosas, entre  ellas  y  la  más  importante,  encontrar  a  alguien  que  lo  quisiera  como  lo  quería  la  señora  Rosa.
   Finalmente, llegó  a  su  salón de  clases,  entró,  se sentó al lado de Catherine, le brindó una  sonrisa  y se dispuso a escuchar  sus  clases.  Ya Marco estaba en su pupitre  también justo al lado del de Alberto, el cual se encontraba  en el medio de Catherine y Marcos. Una  vez  concluida  la  mañana  de  escuela, se despidió  de Catherine y Marcos diciéndoles:
Nos vemos esta tarde en mi casa para  trabajar en nuestros deberes y salió  dispuesto  a  dirigirse  al  mercado  para  ayudar  a  su  madre,  la persona  más  importante  en el mundo para  él. Ya  en  el mercado, saludo  cariñosamente  a la señora  Rosa,  quien  le  respondió  de  la  misma  forma.
Hola  madre  querida, ¿cómo  te  ha  ido  en esta hermosa   mañana aquí en el  mercado?preguntó  Alberto.
Estupendamente  bienrespondió  su  madre fíjate  que  he  vendido  una  buena  cantidad  de  mercancía, a  Dios  gracias,  pero  igual  me  hiciste  mucha  falta, mis  pies  me  están  matando replicó  ella.
Bueno, ya  se  acabó  tu  tortura  y  ahora  podrás  descansar, porque  aquí  estoy  yo, y  me  haré  cargo  del  puesto  de  inmediato repuso  Alberto.
Gracias  hijito  mío,  que  Dios  te  bendiga  por  ser  tan  bueno le  dijo  su madre.
No madre, gracias  a  Dios  debo  dar  yo  por  aquel  grandioso  día  en  el  que  te  puso  en  mi  camino,  pues  has  llenado  tantos  vacíos  en  mi  vida  que  te  juro  no me  alcanzará  la  vida  para  pagarte le  respondió  Alberto  en  un  tono  de  voz  tan  dulce  que  fue  inevitable  que  a  Rosa  se  le  llenaran  los  ojos  de  lágrimas  de  la  emoción  que  aquellas  palabras    causaron  en  su  alma.
    Mientras,  en  los  pensamientos  de  Rosa, la  invadía  el  recuerdo  del  hijo  que  ella  trajo  al  mundo,  y  como  deseaba  que  fuese  tan  solo  una  pequeña  parte  de  como era  este  hijo  que la  vida  le  había  presentado, sin  buscarlo  y  que  no  escatimaba  esfuerzo  alguno  por  complacerla,  únicamente por el simple hecho de haberle dado una mano cuando  se  encontraba  desprotegido  y  hambriento  en  la  calle. Pero  así  suele  ser  la  vida,  a  veces  dulce, a veces  cruel, lo más  duro  de  todo  era  que  por  eso  el mundo  no  se  detendría  y  que  ella  debía continuar  adelante, siempre  albergando  la  esperanza  de  que  algún  día  su  hijo  Claudio  recapacitara  y  regresara  a  su  lado,  que  ella  estaría  dispuesta  a  recibirlo  sin  reprocharle  absolutamente  nada,  de  tenerlo  de  vuelta  en  casa,  ya  sería  más  que  suficiente.
Tienes  hambre  preguntó  doña  Rosa.
Un  poco  respondió  Alberto  pero me  como  una  fruta  y  ya.
   Así  y sin  darse  cuenta  ninguno de  los  dos,  transcurrieron  los  horas  y   cuando se  dieron  cuenta  ya  el  sol se  comenzaba  a  ocultar  en el  horizonte,  por  encima  de  los  altos  edificios  de  aquella enorme  ciudad.
Vaya  que  tarde  se  ha  hecho  Alberto repuso  la  señora Rosa.
Pues  mira  que  si,  ya  va  siendo  hora  de  recoger  toda la  mercancía  para  guardarla  y    regresarnos a  casa  respondió  Alberto. Además  tengo que ir a reunirme con Catherine y Marcos  para un asunto de la escuela.
Recuerda  que  tenemos  algo  muy  importante  de  que  hablarle  recordó  su  madre.
Si  madre,  no  se  me  ha  olvidado respondió  Alberto.
   Sin  embargo,  este  recuerdo  lo  sumió  en  sus  pensamientos,  pues  aunque  le  había  prometido  a  su  madre  contarle  con  detalle  su  pasado,  le  preocupaba  que  no  sabía como comenzaría,  pero  de  que  lo  haría  lo  haría,  porque si en algo no fallaba era en cumplir las promesas que hacía a su madre.
   Terminado  de  recoger  todas las  cosas, procedieron  a  guardarlo, una  vez  hecho  esto,  partieron  rumbo  a  su  casa  donde  les  esperaba  una  larga  conversación  pendiente.
   Alberto  supo  aprovechar  la  larga  trayectoria  del  mercado  a  su  casa  para  poner  en  orden  sus  pensamientos  y  prepararse  para  hablar  con su  madre  sobre  su  vida  pasada, la  cual  más  que  dulces  recuerdos  le  traía  dolorosas  memorias,  aunque  pensaba  que  al  final, una  vez  contada  esta  etapa  de  su vida sería  mucho  más  fácil para  él  cargar  con  sus  recuerdos  y  quien  sabe  de  repente  su  madre  pudiera  aportarle  alguna  idea  que  le  sirviera  a  él  para  ayudar  a  sus  amigos  del   orfanato  a  quienes  él  prometió  regresar  para  ayudarlos  cuando  pudo  huir  de  aquel  espantoso  lugar,  pero  que  a  pesar  de  los  malos  recuerdos,  allí  se  encontraban  las  personas  que  junto  a  él  sufrieron  y  gozaron  esos  duros  años  vividos  allí  y  que  ahora  estaba  dispuesto  de  todo  corazón  a  buscar  la  manera  de  poder  hacer  algo  por  ellos.  Lo  haría, no  pretendía  parecer  un petulante  al  pensar  que  de solo  desearlo  lograría  vencer  todo  un  sistema  que  llevaba  años  con  la  misma  rutina,  pero  ese  era  su  empeño,  lo  único  que  impediría  que  él  hiciese  algo  sería  la  muerte  y  muy seguro  estaba  que eso  no  sería  precisamente  un  impedimento, pues  Dios  no  lo  permitiría, esa  era  su  convicción.  Por  otra  parte,  una  vez  que  le  contara  a  su  madre  la  verdad,  también  se la  contaría  al  director,  a quien  pensaba  pedirle  ayuda  y  consejo  para  enfrentar  lo  que  tuviera  que  enfrentar  en  su  lucha por  conseguir  ayudar  a  sus  amigos  del  orfanato. 
   Cuando  salió  de sus  pensamientos  repuso  en  voz  alta:
No  puede  ser  de  otro  modo.
—¿De  qué  hablas  hijito?  preguntó  su  madre.
De algo  que  más  pronto  que  nunca  sabrás,  querida  madre respondió el  joven Alberto.
Si tu  lo dices  así  será  hijo  repuso  su  madre.
¡ Ya  casi  llegamos!  exclamó  Rosa.

    Una  vez  en  la  casa  ambos,  madre  e  hijo  se  dispusieron a llevar  a  cabo  sus  deberes. Alberto  trabajó con sus amigos que ya lo estaban esperando y la señora Rosa se dedicó a preparar  la cena pues durante esta charlarían sobre  lo que  se había planteado durante el desayuno esa mañana, aún cuando resultase  difícil,  Alberto acabaría hoy de una buena  vez con ese secreto que lo único que ocasionaba  era dolor, y solo enfrentándolo, o sea, dándolo a conocer a quienes lo amaban, terminaría  en gran medida su  pena.

domingo, 24 de abril de 2016

Reflexión La Vida

(Tomada de Google imágenes)

"La vida es un préstamo que El Creador nos otorga, vivirla mejor o peor, depende de nuestro libre albedrío, saber aprovechar las oportunidades que se nos presentan en el camino, dependen de la capacidad de emprendimiento que como individuos proactivos tengamos, discernir entre el bien y el mal, depende de la conciencia moral y ética que nos hayamos forjado, ser felices o infelices es cuestión de actitud, sufrir o no sufrir, a veces no dependen de nosotros, pero siempre hay una luz al final del camino, solo hay que saber verla"

Joel Alberto Paz


«La vie est un prêt que le Créateur nous donne à vivre mieux ou pire, dépend de notre volonté, de saisir les opportunités qui se présentent sur le chemin, dépendent de la capacité de l'esprit d'entreprise que les individus proactifs ont, de discerner entre bien et le mal, dépend de la conscience morale et de l'éthique qui ont forgé nous, heureux ou malheureux est une question d'attitude, souffrent ou ne pas souffrir, parfois dépendent pas de nous, mais il y a toujours une lumière au bout de la route, il n'y a savoir voir "

miércoles, 13 de abril de 2016

Inepto



"Inepto aquel Mandatario que antepone sus intereses personales y partidistas ante las necesidades apremiantes del soberano que lo eligió, lo más sabio es que rectifique su propio camino para buscar salvar la situación o que ceda el paso y permita que alguien más capaz lo tome, de lo contrario no solo llevará a su pueblo al borde del abismo, sino que será capaz de darle el empujón que necesita para que termine de caer, aunque peor aún son aquellos que cegados por el fanatismo, la avaricia o la ignorancia apoyan este tipo de gestión"

Anónimo